A los duendes les conté una vieja historia en el río ayer.
Después de eso me volví a casa y me quedé pensando en el
final de la historia, un final malvado y tenebroso que hizo que no pegara ojo
en toda la noche.
Al día siguiente, mientras desayunaba, unos enanos vinieron
a mi casa los duendes se lo habían dicho.
¡Querían oír mi historia!
A mi no me importaba contarla pero ellos no sabían élfico, y
así, día tras día, fueron viniendo seres y criaturas fantásticas para oír esta
terrible historia, parecía que la maldad les había corrompido, que harían lo
que fuera por oírla.
No me acuerdo de quién me la contó por primera vez, pero mi
mente iba aclarando poco a poco unas palabras:
“Quien escuche esto, se convertirá en siervo del demonio”
¡Eso es!
Lo siento es tu turno de sufrir, no puedes contarle esta
historia a nadie o cosas muy extrañas y malévolas ocurrirán en tu vida.
No te puedo contar nada más.
Adiós, debo irme.
Darío Martín Cobo.
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