viernes, 7 de febrero de 2014

Con mi lazo rojo

Kiki by Hayao Miyazaki | Gathered NettlesA los duendes les conté una vieja historia ayer.
Cada tarde les cuento una historia. Nos escabullimos de casa y vamos a la parte trasera del jardín. Yo me siento en la escalera y toco su madera con mis pies descalzos. Son tardes veraniegas, por lo que visto con pantalones cortos, camisetas de tirantes y ese gran lazo rojo que me coloco en la cabeza cada día al despertar.
Los duendes, son mis hermanos. Son mayores que yo, tienen entre quince y veinte años. Se sientan a mi alrededor, en el suelo, y no paran de rascarse las piernas y los brazos
porque las flores y las piernas les pican en la piel.
Estas historias no me las invento yo, más quisiera. Salen de un misterioso libro de tapas gruesas que me encontré un día entre las flores. Siempre me he preguntado a quién pertenecía y por qué estaba allí, pero nunca le di demasiada importancia… hasta ahora.
Todo comenzó un día a principios de otoño, había llovido y las hojas tenían aún gotitas de agua. Estábamos impacientes por leer la última historia del libro, aunque un poco melancólicos porque se acabaran.
Leí la historia, y en el FIN se me quebró la voz. Había una nota, una nota que yo jamás había visto. Decía:

Este libro no ha caído en tus manos porque sí. No has leído a los más grandes porque sí. Coloqué este libro para que le encontraras, supongo que has leído todas las historias. Por eso ahora, es hora de que comiences a escribir tú, con todo lo que has aprendido. Cuando escribas un gran relato, déjale sobre la escalera. Y, entonces, te mostraré mi identidad.

Eso me dejó bastante confusa. ¿Quién era aquel misterioso personaje? Gracias a él había aprendido millones de cosas, palabras, expresiones, datos, emociones…
Tardé un mes en escribirlo, no quería entregarle cualquier estupidez, quería dejarle asombrado, estupefacto.
Lo dejé en la escalera, tal y como me había pedido. Y esperé a que llegase. Tardó dos horas, que pasé mordiéndome las uñas. Entonces, algo crujió. Miré, asustada. Cogió el papel, pero como estaba escondida no le pude ver.
Leyó la historia y apareció a mi lado. Aparecieron a mi lado.

Eran mis duendes.

Julia Gutiérrez Gamecho (Moon)
1ºD

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